domingo, 6 de marzo de 2016

LA INJUSTICIA ES CONTAGIOSA

La injusticia es contagiosa, pero la cadena se puede romper
Un estudio revela que escribir al perpetrador evita que las víctimas se vuelvan injustas con terceras personas

Cuando somos tratados injustamente, tendemos a tratar injustamente a terceras personas, no implicadas en el daño que hemos recibido. Por eso se dice que la injusticia es contagiosa. Ahora, científicos de la Universidad de Bonn han descubierto un método que podría frenar la expansión de los comportamientos injustos.



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Bernd Weber. Imagen: © Rolf Müller/UKB Corporate Communications.

Las personas que se sienten tratadas injustamente por lo general no dirigen su ira sólo hacia su propio agresor. Con frecuencia, la descargan en personas ajenas, no involucradas, que a su vez luego se comportan de manera similar. 

¿Cómo se puede interrumpir esta cadena de comportamiento injusto? Un equipo de investigadores, bajo la dirección de la Universidad de Bonn (Alemania), ha descubierto que escribirle un mensaje al perpetrador puede servir para regular las emociones y, por tanto, para reevaluar la situación.  

Si, por ejemplo, un jefe actúa injustamente con su empleado, este suele reaccionar con un comportamiento injusto para su propio subordinado. De este modo, "en estos casos (...) suele establecerse una cadena de la injusticia", explica Bernd Weber, investigador del Centro de Economía y Neurociencia (CEN) de la Universidad de Bonn y autor del estudio. Los científicos llaman a este fenómeno "reciprocidad negativa generalizada". 

La reciprocidad negativa significa que las partes involucradas tienen un comportamiento injusto. "Generalizada" se refiere al hecho de que el conflicto se transfiere también a personas que no han participado en la interacción inicial. Los científicos de la Universidad de Bonn han podido confirmar este mecanismo en un experimento, y han encontrado además una manera de interrumpir esta desafortunada cadena de injusticia. 

El juego del dictador 

En el estudio, un total de 237 sujetos participaron en lo que se conoce como el "juego del dictador". Algunos de los participantes desempeñaron en este juego el papel de dictador y determinaron si compartían o no una cierta cantidad de dinero de manera justa con otro participante o mantenían la mayor parte del dinero para sí mismos y sólo daban un pequeño porcentaje a los otros. 

De 24 dictadores, el 83% eligió la distribución injusta. Estos participnantes se quedaron la mayor parte del dinero para sí mismos. El resto de jugadores  tuvieron que aceptar las decisiones injustas de los dictadores. 

Esto tuvo un efecto sobre su estado de ánimo, que disminuyó. "Esta situación emocionalmente cargada hace que la persona que está siendo tratada injustamente también se comporte de manera injusta hacia los demás", informa Sabrina Strang, otra de las autoras del estudio. Este comportamiento es una salida para las emociones negativas.

En otra fase del estudio, los científicos investigaron cómo esta cadena de acciones desleales podía ser interrumpido. 

Para ello probaron tres métodos. A un primer grupo de participantes se les obligó a hacer una pausa de tres minutos tras el juego, para tratar de provocar un desapego emocional hacia él. A un segundo grupo de participantes se les pidió que describiesen una imagen neutra, con el fin de distraerlos de sí mismos. Por último, a un tercer grupo de personas afectadas por un comportamiento injusto se les permitió quejarse por el trato recibido en un correo dirigido al "dictador" del juego. 

"La estrategia de enfrentamiento en forma de queja por escrito resultó ser la mejor manera de regular las emociones negativas", afirman los investigadores. En este proceso, resultó irrelevante si el dictador recibía o no realmente el correo. 

Por un lado, se pudo demostrar que las emociones de los sujetos se calmaron significativamente después de escribir el mail, y por otro lado que, posteriormente, los jugadores injustamente tratados se comportaban de manera más justa hacia los demás. 

Por ello, los científicos sugieren que la escritura de un mensaje es una forma adecuada para detener la cadena de injusticia por las emociones negativas, gracias a que fomenta la regulación de estas últimas. 

Romper la cadena 

Cuando uno es tratado injustamente y siente mucha rabia, es necesario un tratamiento adecuado de los sentimientos negativos. "Una vez que las emociones disminuyen, la persona afectada generalmente comienza a reevaluar la situación de manera racional", afirma Weber. Esto hace posible no transferir la ira a personas no implicadas.


Referencia bibliográfica: 


Sabrina Strang, Xenia Grote, Katarina Kuss, Soyoung Q. Park, Bernd Weber. Generalized Negative Reciprocity in the Dictator Game – How to Interrupt the Chain of Unfairness. Scientific Reports, 2016; 6: 22316 DOI:

domingo, 24 de mayo de 2015

LA FORMACION DE RECUERDOS - MODELO MATEMATICO

Desvelan modelo matemático que subyace a la formación de recuerdos 

Un algoritmo creado por investigadores de la EPFL describe el comportamiento de las neuronas en este proceso


¿Cómo crea nuestro cerebro recuerdos, y luego los retiene y rememora? Un equipo de científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, han desarrollado un modelo matemático, un algoritmo, que lo explica. El modelo describe cómo las redes neuronales generan la memoria gracias a una maravillosa orquestación que implica a diversos tipos de sinapsis y al tiempo.






Sinapsis. Imagen: ThinkStop Photo. Fuente: EPFL.
Sinapsis. Imagen: ThinkStop Photo. Fuente: EPFL.
La memoria es un componente crítico de la vida. Sin ella resulta imposible aprender. Y, sin aprendizaje, no habría invención alguna, ni progreso ni civilización. Por otro lado, olvidar ciertas experiencias, especialmente las traumáticas, puede ayudar a recuperar la salud y las funciones relacionadas. 

¿Pero cómo 
crea nuestro cerebro recuerdos, y luego los retiene y rememora? Un equipo de científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL), en Suiza, han desarrollado un modelo matemático para explicarlo. El modelo describe cómo las redes neuronales generan la memoria. 

Publicado en Nature Communications, el avance podría arrojar luz sobre las teorías que se manejan desde hace mucho tiempo acerca de la formación de recuerdos. También podría cambiar la forma de entender, simular e incluso alterar la formación de memoria. 

Sinapsis y memoria 

Las neuronas generan redes a través de conexiones entre ellas llamadas "sinapsis". La neurona que envía una señal a través de una sinapsis es conocida como "presináptica". La neurona que recibe señales, por su parte, se llama "postsináptica". 

Las sinapsis tienen una alta plasticidad y permiten a las neuronas modificar la velocidad y la intensidad de sus comunicaciones. La plasticidad sináptica está considerada actualmente la base de nuestro aprendizaje y de la formación de recuerdos. 

La teoría dominante sobre plasticidad sináptica o neuronal establece que una 
sinapsis se incrementa si las neuronas de ambos lados de esta se activan repetidas veces de forma simultáneaEste tipo de sinapsis son conocidas como sinapsis hebbianas (por el neurocientífico que las estableció, Donald Hebb). La teoría podría resumirse como "las células que se disparan juntas, permanecerán conectadas". Y así se supone que aprendemos. 

Sin embargo, un modelo de plasticidad como este no puede simular con precisión la formación de la memoria, ya que no tiene en cuenta los factores biológicos externos.  
Además, no todas las sinapsis son hebbianas, pues hay sinapsis (descritas por el neurocientífico E. Kandle en la década de 1960) en la que la unión de las neuronas se produce por activaciones exclusivamente presinápticas. 

Asambleas de neuronas contienen nuestros recuerdos 

Ahora, el modelo desarrollado por los investigadores de la EPFL, bajo la dirección del físico especializado en neurociencia computacional Wolfram Gerstner,  parece tener éxito donde sus predecesores han fracasado. 

Para crearlo, los científicos se centraron ​​en la formación de las llamadas "asambleas neuronales", que son redes de neuronas interconectadas a través de las sinapsis, que pueden almacenar un segmento de memoria determinada. Cuando se revive un recuerdo, estas  asambleas específicas se unen para generar un todo. 

En su desarrollo, los investigadores usaron un modelo de red neuronal de tercera generación llamado “Red Neuronal Pulsante” (SNN, por sus siglas en inglés). En un SNN, cuando una neurona lanza una señal (impulso), esta viaja a otras neuronas que responden en consecuencia, aumentando o disminuyendo su propia capacidad para enviar una señal, por tanto, fortaleciendo o debilitando su conexión con la neurona presináptica.

Orquestación neuronal 

El equipo de Gerstner simuló cientos de SNN con el fin de explorar diversos tipos de sinapsis y múltiples formas de plasticidad sináptica a través de diferentes escalas de tiempo. Las simulaciones sugirieron que la formación de memoria y la rememoración siguen a una “combinación bien orquestada” de las reglas de plasticidad sináptica tanto hebbianas como no hebbianas. 

En otras palabras, que la formación de memoria no depende solo de las señales procedentes de las neuronas presinápticas, sino también de señales procedentes de neuronas externas que, indirectamente, modulan la fuerza de las sinapsis. 

El tiempo también es un componente clave de esta estimulación. Una vez creada la asamblea de memoria, los recuerdos pueden ser reactivados días después de manera selectiva debido a la actividad de neuronas específicas dentro de las asambleas neuronales creadas. 

En general, el nuevo modelo sugiere que la gran diversidad de la plasticidad sináptica cerebral (hebbiana o no) es claramente "orquestada para lograr objetivos funcionales comunes." 

Creación del algoritmo 

A partir de estos resultados, los científicos desarrollaron un complejo algoritmo que, según un comunicado de la EPFL, constituye la representación más exacta de las realizadas hasta la fecha de este complejo fenómeno. 

El algoritmo podría ser adaptado para ayudar a desarrollar próximas simulaciones de formación y activación de recuerdos, por lo que probablemente mejorará nuestra comprensión global del cerebro. 

Además, podría influir y mejorar en las fórmulas actuales de tratamiento de recuerdos traumáticos, e incluso mejorar el aprendizaje. "Si entendemos cómo las sinapsis trabajan juntas para construir o desmantelar redes neuronales de memoria, avanzaremos en áreas como la cognición y la psicoterapia", asegura Gerstner. 

La formación de memoria 

Para elaborar un recuerdo, las redes neuronales ‘inmortalizan’ la asociación de un grupo en particular de neuronas, mediante el fortalecimiento de las conexiones entre ellas. Estas conjunciones reforzadas son lo que permiten a las neuronas ‘encenderse’ juntas otra vez. Cuando unas cuantas se disparan, el resto se activa. Así es como se regenera la antigua pauta, y con ello, se hace una recapitulación de la imagen original.

Referencia bibliográfica: 

Zenke F, Agnes EJ, Gerstner W. Diverse synaptic plasticity mechanisms orchestrated to form and retrieve memories in spiking neural networks  . Nature Communications (2015). DOI:10.1038/ncomms7922.

martes, 31 de marzo de 2015

BEING THERE: HEIDEGGER ON WHY OUR PRESENCE MATTERS

 

Being There: Heidegger on Why Our Presence Matters

The Stone
The Stone is a forum for contemporary philosophers and other thinkers on issues both timely and timeless. 
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A cognitive scientist and a German philosopher walk into the woods and come upon a tree in bloom: What does each one see? And why does it matter?
While that may sound like the set-up to a joke making the rounds at a philosophy conference, I pose it here sincerely, as a way to explore the implications of two distinct strains of thought — that of cognitive science and that of phenomenology, in particular, the thought of Martin Heidegger, who offers a most compelling vision of the ultimate significance of our being here, and what it means to be fully human.
When we feel that someone is really listening to us, we feel more alive, we feel our true selves coming to the surface — this is the sense in which worldly presence matters.
It can be argued that cognitive scientists tend to ignore the importance of what many consider to be essential features of human existence, preferring to see us as information processors rather than full-blooded human beings immersed in worlds of significance. In general, their intent is to explain human activity and life as we experience it on the basis of physical and physiological processes, the implicit assumption being that this is the domain of what is ultimately real. Since virtually everything that matters to us as human beings can be traced back to life as it is experienced, such thinking is bound to be unsettling. 
For instance, an article in The Times last year by Michael S. A. Graziano, a professor of psychology and neuroscience at Princeton, about whether we humans are “really conscious,” argued, among other things, that “we don’t actually have inner feelings in the way most of us think we do.”
One feature of this line of thought that may strike us as particularly strange is that rather than being in direct contact with people and things, we are said to process bits of information that go to form representations of the world that are the basis for any relations that we have with our fellows. That would appear to be quite different from the way we actually experience things, but we are told to trust that science is more reliable because experience is often misleading in this regard.
This is not to say that all cognitive scientists see things this way; in fact there is a burgeoning school of thought referred to as the “4 E’s” (embedded, embodied, extended and enactive), inspired in part by Heidegger and like-minded philosophers, that seeks to develop a richer view of life than is found in the cognitive science mainstream. But for now, I would like to focus on how Heidegger treats a topic of considerable importance in cognitive science, which is the phenomenon of attention. 
On this basis I will show that, for Heidegger, not only are we in direct contact with the people and things of this world, but also that our presence matters for how they are made manifest — how they come into presence — in the full potential that is associated with the sort of beings that they are. This is not our presence in a physical sense, but rather in the sense of how we are engaged as living, experiencing human beings — what Heidegger famously refers to as our “being in the world.” The thought is that our worldly presence matters for how things actually unfold, well beyond any physical or physiological processes that would purport to be the ultimate basis for human activity. So, for example, when we feel that someone is really listening to us, we feel more alive, we feel our true selves coming to the surface — this is the sense in which worldly presence matters.
If attention is how we gain access to things in the world, then staying with an entity would enable a deeper revelation of its nature.
Attention is one of the more intensively studied areas in cognitive science. As is well recognized in this literature, we cannot take in all of the stimuli that impinge upon the senses at a given time, so there must be some sort of filtering mechanism (that goes by the name of attention) before we get down to the business of representing reality. The question of attention has to do with all possible modes of human existence — all senses (visual, auditory, etc.) and other modalities such as thought, emotion and the imagination. Any information processing that provides access to things so they can be represented must first go through the filter of attention.
Heidegger similarly sees attention as the way we gain access to things, but otherwise he sees it quite differently from how it is conceived in cognitive science. For Heidegger attention is how things come into presence for us. (His most sustained meditation on attention can be found in his lectures, “What Is Called Thinking?”) To see this, note that if we stay with the movement of attention from moment to moment, we see that it moves from entity to entity; that is, things come into presence at the foreground and then recede into the background. 
For example, suppose I have to write a report, but there is noise in the other room, I have a pain in my leg, and I am worried that my spouse’s eye may be wandering. To get the report done attention has to stay with the task, but there are competing influences that can take over the foreground and relegate the task to the background. All of these are potential foci of attention that come to the surface and then withdraw as another comes to the fore.
Heidegger’s approach is to inquire into the nature of “being,” which is simply understood to be how things in general come into presence and then withdraw. This means that attention is the human side of a universal process of manifestation of entities, with an associated effort that is referred to as vigilance in the cognitive science literature. This effort of staying with the entities that we encounter is crucially important for Heidegger, for if attention is how we gain access to anything at all, then staying with an entity would enable a deeper revelation of its nature. In this regard he emphasizes the fact that entities are made manifest over the course of time (hence his famous 1927 work, “Being and Time”). The idea is that staying with an entity as it unfolds affects the manner in which it is made manifest. 
Heidegger does not even make the distinction between the mental and the physical; for him our experience is an event in the world.
For instance, if I pay better attention to my spouse over the course of our relationship, I see more deeply into what she is about, she may respond in kind, and our relationship develops in unanticipated ways as a result. The same general principle applies to a purely physical object such as a stone. The manner in which such an object is made manifest can be affected by the quality of my presence, which explains why Heidegger was so interested in how poets experience the world in a fresh manner and bring that experience to language.
To verify the truth of such an assertion, it would be necessary to put it to the test of experience; that is, it would be necessary to see what happens when we deal with an entity such as a stone with an acute and sustained attentiveness, just staying open to what may be made manifest in the encounter. The hypothesis is that acute attentiveness can lead to a sense of an entity that goes beyond the way it is typically experienced. I can feel something more deeply because I come in direct contact with it in my worldly presence.
For instance, in one of the lectures mentioned above, Heidegger considers what it is to stand before a tree in bloom in a meadow. He asks how science decides which dimensions of the tree are considered to be real; is it the tree viewed at the cellular level, or as a mechanical system of sustenance, or is it the tree as we experience it? Indeed, how does science derive the authority to opine on such matters? He writes:
We are today rather inclined to favor a supposedly superior physical and physiological knowledge, and to drop the blooming tree … The thing that matters first and foremost … is not to drop the tree in bloom, but for once to let it stand where it stands…. To this day thought has never let the tree stand where it stands.
This means that staying with the experience of the tree enables it to come to full fruition, and that such experience matters in the overall scheme of being itself. For we are more deeply alive and in profound contact with all of the entities that we encounter when such a state is achieved, which means that we participate more fully in this universal process of manifestation.
At this point the objection will undoubtedly be raised, “Surely you don’t mean to say that a tree or a stone can be made manifest in a more profound fashion. How can our presence affect the being of a such an entity?” This brings us to the depth of Heidegger’s thought and his notion of being as a process of manifestation. For it is not unreasonable to ask, given that I experience a stone in a more profound manner, what does that have to do with the being of the stone itself? 
We have come up against a deeply ingrained view of what it is to be a human being (which lends credence to views that our experience ultimately does not matter), which is that subjective experience takes place in a private realm that is cut off from the rest of reality. But Heidegger does not even make the distinction between the mental and the physical; for him our experience is an event in the world. The experience of the stone that I come to is part of the process of its manifestation in all of its possibilities. In this manner we are intimately related to the stone in our worldly presence, which is the site of its more profound manifestation. The claim is that the being of the stone itself is not independent of such an event.
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For the question is, what is the stone and how are we related to it? The being of the stone and our relation to it cannot be conceived independently of the whole context in which we arise. The prevailing view is that the universe consists of discrete entities that are ultimately related by physical laws. We relate to other entities by way of mental representations of the whole — something like scientific observers who don’t really belong here. Heidegger, on the other hand, offers a holistic view of all that is. We belong here together with the trees and the stones, for we are made manifest together. Rather than being discrete entities, the relation comes first, and the extent to which we are related matters for what we and the stone ultimately are.
Such an approach is bound to seem strange to modern sensibilities, but we have to look at what is at stake. On one view we are fundamentally cut off from the world, while on the other we are in direct and potentially profound relation with the people and things that we encounter. On this latter view there is unlimited potential for what can be made manifest by way of the effort that is called for; indeed, Heidegger suggests that there may be glimmers of the divine that await those who prepare the way. There can be little doubt that our presence matters if this is any indication of our true vocation.
Lawrence Berger is a doctoral candidate in philosophy at the New School for Social Research in New York City. He was formerly a professor at the Wharton School of the University of Pennsylvania.

miércoles, 14 de enero de 2015

APORTACIONES DE TEILHARD DE CHARDIN AL DESARROLLO CULTURAL HUMANO

La aportaciones de Teilhard forman ya parte del patrimonio cultural humano

En abril se cumplen los 60 años del fallecimiento del científico y filósofo que propuso una espiritualidad cósmica


En abril de 2015, un nutrido grupo de entidades internacionales recordarán la fecha del fallecimiento de Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). El Teilhard Project pretende recuperar y potenciar aquellas dimensiones de Teilhard que forman ya parte del patrimonio cultural de la humanidad. Tal vez sea la propuesta de una espiritualidad cósmica el rasgo más rompedor de Pierre Teilhard de Chardin, uno de los personajes del siglo XX sobre el que se ha escrito más y sobre el que las plumas apasionadas han descargado más alabanzas y más críticas. Por Agustín Udías Vallina. 



Pierre Teilhard de Chardin en 1955. Fuente: Wikipedia.
Pierre Teilhard de Chardin en 1955. Fuente: Wikipedia.
El 10 de abril de 2015 fallecía en Nueva York de forma súbita Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Había nacido en 1881 y pasó una parte importante de su vida trabajando como geólogo y paleontólogo en China. Científico innovador, filósofo heterodoxo, místico jesuita y poeta deslumbrante sigue siendo un hombre discutido. 
  
El llamado Teilhard Project, con ocasión de los 60 años de su fallecimiento, ha unificado muchos esfuerzos humanos para recuperar su legado para el nuevo milenio. En este ensayo sintetizamos algunos rasgos de la espiritualidad de este personaje histórico y recogemos materiales procedentes de un Master en espiritualidad ignaciana, que con el título “La espiritualidad de Teilhard de Chardin. Una espiritualidad desde la visión científica del mundo”, fue estudiado por los asistentes al mismo durante 2014. 
  
Una cosmovisión evolutiva 
  
Como sacerdote y como jesuita, la mayor preocupación de Teilhard fue siempre cómo integrar el pensamiento cristiano dentro de la nueva cosmovisión presentada por las ciencias de un mundo en evolución. Esta preocupación está ya presente en sus primeros escritos de juventud, continuará hasta las últimas páginas escritas unos días antes de su muerte y se apoya en las dos columnas que soportan  toda su vida, su trabajo científico y su experiencia mística. 
  
Pierre Teilhard de Chardin, después de su entrada en la Compañía de Jesús, mantuvo este interés por la ciencia y la espiritualidad; y entre 1905 y 1908 fue profesor de ciencias en el colegio de los jesuitas en el Cairo, donde empezó a realizar trabajos de campo de geología. Terminada su licenciatura en ciencias naturales en París en 1919 empieza su docencia de geología en el Institut Catholique que tendrá que interrumpir pronto. 
  
En 1923 Teilhard realiza su primer viaje a China, donde trabaja en la geología del norte de China y Mongolia. A partir de este primer viaje su vida queda vinculada al trabajo geológico y paleontológico en China.  A partir de 1939, Teilhard es ya una figura reconocida en los círculos científicos, realiza viajes a Francia y Estados Unidos, y lleva a cabo en colaboración con otros científicos, trabajos de campo, además de en China,  en Cachemira, Java, Birmania y África del Sur, vinculando su trabajo cada vez a los estudios sobre  los orígenes del hombre. 
  
Fuentes ignacianas   
  
Teilhard separó claramente su trabajo científico de su reflexión religiosa, y de esta forma en sus más de 200 artículos científicos no se menciona para nada el problema religioso. Como científico fue un verdadero científico, reconocido por sus trabajos de geología y paleontología.  Sin embargo, para él el trabajo científico constituía ya en sí mismo una forma de adoración y afirma que ciencia y religión forman dos caras de un mismo movimiento de conocimiento de la realidad. El encontraba en el trabajo científico una forma de alimento espiritual. Es al mismo tiempo que su trabajo científico que Teilhard realiza una continua producción de su pensamiento filosófico y religioso, detrás del cual se encuentra una verdadera experiencia mística. 
  
Las notas de sus Ejercicios Espirituales,  nos permiten constatar cómo estas ideas, son también las constantes que año tras año forman el núcleo de su oración y meditación.  En estas notas encontramos que su visión de Cristo y del mundo no es solo un pensamiento teórico para presentarlo a los demás, sino el motor y centro de toda su vida espiritual. Año tras año sus Ejercicios se centran en las mismas ideas. El Cristo-Omega aparece ya en sus notas de 1922 y se repite en todos los demás años. 
  
En 1940 aparece el término “omegalizar” para expresar  la unión del universo con el Cristo total,  y al año siguiente presenta las dos perspectivas,  que a partir de esa fecha se convierten en el resumen de su actividad: “universalizar a Cristo y Cristificar el universo”. 
  
Toda su vida la concibe Teilhard como una fidelidad al Cristo-Omega.  Finalmente en 1950  expresa que en su vida no debe entrar nada que no sea “Cristificable” y muestra su preocupación por “acabar bien, es decir, en plena confesión y en plena fe al Cosmos y al Cristo-Omega. Terminar bien, es decir,  haber tenido tiempo y ocasión de formular mi mensaje esencial, la esencia de mi mensaje”. En el último día de sus últimos ejercicios en 1954 resume toda su visión  con una sola palabra “Pan-Cristismo ”. 
  
 Textos clave para entender la espiritualidad de Teilhard 
  
El desarrollo de la espiritualidad de Teilhard puede seguirse a través de los textos claves que van desde el primer escrito durante la guerra al último unos meses antes de su muerte. 

Las líneas fundamentales están ya presentes en el primer escrito, pero no se desarrollarán con toda claridad hasta el último y definitivo. Estos libros son:  La Vie Cosmique (1916) (La Vida Cósmica), Mon Universe (1918) (Mi Universo), La Messe sur le Monde (1923) (La Misa sobre el Mundo), Le Milieu Divin (1927) (El Medio Divino); Comment je crois (1934) (Como yo Creo), Le Phenoméne Humain (1947) (El fenómeno Humano); Le coeur de la matiere (1950) (El Corazón de la Materia) y Le Christique (1955) (Lo Crístico). 
  
Estos textos claves nos servirán para establecer las líneas generales de la espiritualidad de Teilhard y el papel que en ellas juega la visión científica del mundo. En definitiva, una vida en búsqueda de Dios.

Hijo de la Tierra e hijo del Cielo 
  
Teilhard repite a menudo que se siente al mismo tiempo un “hijo de la Tierra ” (la Tierra aparece siempre en mayúsculas)  y un “hijo del Cielo”. Así afirma: “Yo amo apasionadamente al Mundo, pero yo amo con el mismo apasionamiento al Dios que se expresa a sí mismo en Cristo”. 
  
La base de su espiritualidad está, por lo tanto,  en la síntesis de estos dos amores que se realiza en el Cristo-Universal en donde se unen los dos y cuyo sentido veremos más adelante. Estos dos polos están siempre presentes en su vida y los intenta sintetizar. 
  
Los dos procesos para realizar esta síntesis son Cristificar el Universo Universalizar a Cristo  Por un lado el universo necesita de Cristo para llegar a su última perfección. Sin Cristo el universo está sin cabeza, le falta la pieza clave que culmine y aguante todo el edificio. Por otro lado Cristo solo puede entenderse del todo como, precisamente, el Alfa y Omega de este Universo.  

Es decir, Cristo está como creador y a través de su Encarnación como fin último o Punto Omega al que tiende el universo y hacia el que el universo es atraído para su culminación.  Cristo encarnado no puede entenderse separado del universo material en el que se ha hecho presente. 
  
El papel de la ciencia 
  
Teilhard es consciente del papel que tiene en el mundo moderno la ciencia y la tecnología como las dos grandes fuerzas que mueven hoy el progreso humano. Teilhard habla poco de la tecnología ya que la considera  incluida en la ciencia que el considera en un sentido amplio. 
  
Por eso cuando Teilhard habla de la ciencia se ha de incluir también la tecnología. En el mundo moderno la ciencia es, según él,  el Grande Affaire du Monde,  y constituye “una función humana tan vital como la nutrición y la reproducción”.  Esto hay que entenderlo dentro de su visión evolutiva del mundo. Para el la evolución cómica que se prolonga en la biológica sobre la tierra tiene su continuación en la evolución humana.  Al nivel humano, es decir, de la “Noosfera ”, o capa consciente y pensante de la Tierra el trabajo científico  ocupa la punta de la evolución. 
  
Es a través de la ciencia que hoy progresa la evolución humana.  Vista la ciencia desde esta perspectiva y teniendo en cuenta que la evolución va hacia el Punto Omega que Teilhard ha identificado con el Cristo de la fe, él puede afirmar: “No hay un alimento natural más poderoso para la vida religiosa que el contacto con las verdades científicas bien comprendidas”. Es decir, la ciencia misma es un factor importante en la vida religiosa. Nos muestra el camino de búsqueda de los hombres que en realidad, aunque inconscientemente va en la dirección de su convergencia en Cristo.   
  
 En un paso más adelante Teilhard afirma: “La investigación científica es una forma de adoración en ella se esconde y opera alrededor nuestro el poder creador de Dios”. Este carácter de adoración de la ciencia nace de ver como la ciencia nos va descubriendo la naturaleza del universo y la dinámica de su evolución que tiene como fin último su perfección última por su unión en el divino Punto Omega que es el Cristo Cósmico. 
  
Desde el punto de la ciencia como trabajo de los hombres Teilhard la ve como el esfuerzo común de la humanidad que consciente o inconscientemente  la va llevando hacia su fin último.  De esta manera puede decir: En la ciencia se elabora “la sola mística humano-cristiana  que puede hacer en el futuro una unanimidad humana”. El esfuerzo común de la ciencia va llevando a la humanidad hacia su unificación, a través del proceso que Teilhard llama de socialización. Así para él el trabajo científico en sí mismo tiene un valor religioso. 
  
Líneas maestras de una propuesta de espiritualidad   
  
En su ensayo Comment je crois  (1934) en el que Teilhard trata de formular las líneas generales de su espiritualidad pone al principio como síntesis las siguientes líneas:   
  
Je crois que l’Univers est une Évolution 
Je crois que  l’Évolution va vers l’Esprit 
Je crois que l’Esprit s’achève en du Personnel 
Je crois que le Personnel suprême est le Christ-Universel [Yo creo que el Universo es una Evolución/ Yo creo que la Evolución se dirige hacia el Espíritu/Yo creo que el Espíritu se apoya en lo Personal/ Yo creo que lo Personal supremo es el Cristo Universal]. 
  
En estas cuatro líneas está resumido todo su pensamiento. Comienza con la visión evolutiva del universo que la ciencia ha descubierto, desde el big-bang a la vida inteligente sobre la tierra.  Evolución que continúa hoy a nivel de la noosfera. La evolución descubre la dirección de la materia al espíritu. El espíritu tiene su culminación en lo personal, por eso el Punto Omega hacia el que la evolución progresa debe tener una dimensión personal. Ese personal supremo culmen de toda la evolución es el Cristo-Universal.  Por ello, todo ser humano se siente inclinado a adorar y confiar.

Teilhard de Chardin en 1947. Fuente: Archivo de los jesuitas de Francia.
Teilhard de Chardin en 1947. Fuente: Archivo de los jesuitas de Francia.
Materia y Espíritu 
  
Teilhard rechaza todo dualismo materia-espíritu y presenta un concepto unificado de materia que incluye en sí misma la dimensión espiritual. Esta dimensión está relacionada con la “complejidad”. A mayor complejidad  mayor dimensión espiritual. 
  
El materialismo busca entender al hombre solo desde la materia. Teilhard sigue el camino contrario busca entender la materia desde el hecho de la presencia de la consciencia en el ser material que es el hombre. Si el hombre es un ser material autoconsciente, esta cualidad de la consciencia tiene que estar de alguna manera también presente en toda la materia. 
  
Esto le lleva a proponer la idea de que en la materia hay un “interior” además de un “exterior”.   El interior de la materia está ligado a la complejidad, de forma que al aumentar ésta, aumenta también su grado de interioridad. La complejidad, a su vez, está relacionada con la consciencia y la dimensión espiritual. 
  
El incremento en complejidad en la evolución se identifica con una mayor dimensión espiritual. A este doble carácter de la materia (interior y exterior) corresponden también dos tipos de energía: una energía “tangencial”, que corresponde a la energía física con  la que las cosas interaccionan unas con otras a su mismo nivel y otra energía “radial” o “espiritual”, que es responsable de la convergencia de la evolución de la materia en la línea de una mayor complejidad y una mayor consciencia, es decir, en la dirección del espíritu. 
  
Para Teilhard estos dos tipos de energía son en realidad los dos componentes de una sola energía fundamental que incluye ambas. El camino de la evolución es el de lo múltiple a la unidad.  La evolución progresa hacia el espíritu.  Esta dimensión puede seguirse en su famoso “Himno a la Materia”

El Cristo Cósmico 
  
Las ciencias han demostrado que el universo está sujeto a una evolución en la línea del incremento de complejidad desde las partículas elementales a la vida y la conciencia en el hombre. 
  
Según Teilhard esta evolución debe converger en un Punto Omega, que debe ser transcendente y personal.  Por otro lado,  la fe nos dice que ese Punto Omega es Cristo por su encarnación y resurrección.  Cristo es  así el centro cósmico de la creación. 
  
El Dios transcendente que se ha formulado tradicionalmente  como “el Dios en lo Alto”  es  también “el Dios en Adelante”, es decir, el centro hacia el que tiende toda la evolución. 
  
Si el universo es convergente y Cristo ocupa la función de Centro-Omega la cosmogénesis se convierte en una Cristogénesis. Toda la evolución es, por lo tanto, un proceso por el cual se va construyendo el cuerpo de Cristo. No se puede pensar en el universo sin su centro en Cristo, ni en Cristo sin formar el centro del universo. Su acción cósmica es la que hace converger todo hacia sí mismo. 
  
El Cristo universal 
  
Otra formulación de Teilhard es la del “Cristo-Universal ”. En su ensayo Note sur le Christ universel (1920) lo define de la siguiente forma:  
  
“Yo entiendo por Cristo-Universal, el Cristo centro orgánico del universo entero- Centro orgánico, es decir, del que dependen físicamente todos los desarrollos del universo entero… no solo de la tierra y la humanidad, mas de Sirio y Adromeda y todas las realidades de las que dependemos físicamente; … no solo los esfuerzos morales y religiosos, sino todo crecimiento del cuerpo y el espíritu. Este Cristo-Universal es el que nos presentan los evangelios, en especial S. Pablo y S. Juan. Aquel del que han vivido los grandes místicos”.  
  
La divinización de las actividades 
  
Desde su visión Cristocéntrica del universo y el hombre Teilhard reformula la ascética cristiana como un proceso de divinización de las actividades y las pasividades. En esta formulación  hay que superar el esquema tradicional de la buena intención en la que los fines terrestres en sí no valen nada, sino solo como ocasión de medios a un fin sobrenatural. 
  
El esfuerzo hay que considerarlo ahora como cooperación a la realización del Mundo en Cristo. Por lo tanto, las obras mismas tienen un  valor en sí como parte de la evolución del mundo hacia su culminación en Cristo. En virtud de la Encarnación por la que Dios entra en la evolución del universo y ocupa el lugar del centro hacia el que todo tiende, nada es profano. Todas las acciones son partes de la construcción del Cuerpo de Cristo. Pero la acción implica también el desprendimiento de lo que nos estorba o impide ese proceso. (Le milieu Divin, 1927, pág. 31-65). Esta presentación, inspirada en un texto de Teilhard, expresa esta aspiración: 
  
La divinización de las pasividades 
  
Las pasividades, es decir todo lo negativo que nos sucede, forman la mitad de la existencia humana. Las pasividades de disminución que nos afectan pueden ser externas e internas. Ellas forman parte también del proceso de la evolución hacia la formación del Cuerpo de Cristo. Lo que parece vacío y pluralidad es en realidad instrumento de plenitud y unidad. En la vida hay un tiempo de crecer y un tiempo de disminuir. Los dos colaboran a la construcción del Cristo Total. Hay una comunión por la acción y otra por la disminución. En la segunda en lugar de actuar nosotros, es Dios el que actúa en nosotros.(Le Milieu Divin, 1927, 71-101) 
  
El Medio Divino. La diafanía de Dios 
  
El Medio Divino es un Centro en el que se unen y tocan todos los elementos del Universo. En un mundo animado por la Encarnación, el Medio Divino se nos descubre como una modificación del ser profundo de las cosas. El mundo aparece bañado por una luz interna que le intensifica el relieve, la estructura y las profundidades. 
Por la síntesis en Jesús de todos los elementos del mundo por su Encarnación, se produce la Diafanía de Dios en el Universo. El Medio Divino se nos manifiesta como una incandescencia de las capas interiores del ser. Todo queda penetrado de la presencia de Cristo.   
  
Así, la presencia del Medio Divino está por todas partes en torno nuestro, solo hace falta que le veamos (Domine, fac ut videam). El camino dentro del Medio Divino se lleva a cabo por la pureza, fe y fidelidad. El objetivo es la comunión en la caridad en la que todos formamos un solo cuerpo. (Le Milieu Divin, 1927,  133-191) Esta presentación incide en esta espiritualidad. 
  
La Misa sobre el Mundo 
  
En esta oración de Pierre Teilhard de Chardin, inspirada en su texto El Sacerdote (1918) y reelaborada en 1923  encontramos  el aspecto eucarístico de la  espiritualidad de Teilhard. Está en el Desierto de Ordos, en Mongolia. Parece que era el día de la Transfiguración del Señor. No tiene pan ni vino para la Eucaristía. Y ofrece en la patena del Universo todo lo que supone wel esfuerzo humano. 
  
El Mundo es ahora la Hostia total que se transforma en cada celebración Eucarística en el Cuerpo y Sangre de Cristo.  Esta oración puede considerarse como resumen de toda su espiritualidad. 
  
Ofrenda  : Recibe, Señor, esta Hostia total que la Creación transformada por vuestra atracción te ofrece en la nueva aurora. Este pan, nuestro esfuerzo. Este vino nuestro dolor. 
  
Consagración  : El Fuego, una vez más ha penetrado la Tierra. El Universo, hostia inmensa se ha convertido en Carne. Toda la materia está desde ahora encarnada, Dios mío, por vuestra encarnación.  
  
Comunión  : Yo extenderé la mano hacia el pan ardiente que me presentas. Señor Jesús, yo acepto ser poseído por ti. Cómo rehusaré este cáliz, Señor, cuando por el pan ha entrado en mi la pasión por unirme a ti más lejos de la vida, a través de la muerte. 
  
Oración  : Maestro, por fin, a través de todos los poderes de la Tierra te reconozco como mi soberano y me entrego a ti. Cristo glorioso, influencia difusa en el seno de la Materia y Centro deslumbrador  donde se unen la fibras sin número de lo Multiple .. Es a ti a quien mi ser llama con un deseo tan grande como el Universo.      
  
Lo Crístico 
  
El último ensayo escrito antes de su muerte Le Cristique (1955) representa una última versión de su visión sobre el Mundo y Cristo. Es una síntesis entre la convergencia cósmica y la emergencia crística
  
Por un lado la ciencia ha descubierto la evolución cósmica en la dirección de Complejidad-Conciencia de dimensiones planetarias que continúa a nivel humano y debe ser convergente. La fe cristiana descubre la inserción de Cristo en el proceso de la evolución por la encarnación que se expande por su resurrección para integrar en un solo cuerpo toda la humanidad. El universo y Cristo se completan y conjugan en un universo cristificado
  
Se realiza así la consumación del Universo por Cristo y la de Cristo por el Universo. Con un Universo cristificado o un Cristo universalizado aparece un super-medio evolutivo, el Medio Divino. Lo Crístico es la unión y síntesis de las exigencias cósmicas de un Verbo encarnado y las potencialidades de un Universo convergente. 
  
Conclusión: Teilhard místico 
  
La espiritualidad de Teilhard no era solo el resultado de una reflexión teológica, sino sobre todo el fruto de una experiencia mística, en la que la presencia y acción de Cristo llenan el universo evolutivo. Para él ni Cristo puede concebirse separado del universo, ni el universo separado de Cristo. Teilhard vivió con pasión esta presencia y acción de Cristo en el mundo y se esforzó por comunicarla desde su trabajo científico, de todas las formas posibles,  a pesar de todos los obstáculos e incomprensiones que encontró.  

Bibliografía: 
  
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Héronnière, E. de la (2003). Teilhard de Chardin, une mystique de la traversée. París :Albin Michel ; 
King, T. M. (1988). The way of the Christian mystics: Teilhard de Chardin. Wilmington : Michael Glazier ; 
Martelet, G.  (2005), Teilhard de Chardin, prophète d’un Christ toujours plus grande. Bruselas : Lessius. 
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Rideau, E. (1965). La pensée du Père Teilhard de Chardin. Paris : Éditions du Seuil. 
Teilhard de Chardin, P.  Oeuvres de;  Vol. 1 – 13, (1955-1976). Paris:  Éditions du Seuil. 
Teilhard de Chardin, P. Notes de retraites, 1919-1954. Paris : Éditions du Seuil

 
  
Agustín Udías Vallina, Catedrático de Geofísica en la Universidad Complutense de Madrid, es colaborador de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión y de Tendencias21 de las Religiones